viernes, 19 de septiembre de 2008

CARACTERISTICAS DEL PRÍNCIPE EN EL LIBRO DE EZEQUIEL Y SU PARALELO CON EL NUEVO TESTAMENTO.


En el desarrollo de este trabajo, trataremos de identificar las características del Señor Jesucristo, expresadas en el libro de Ezequiel en algunos textos en los que se refiere a Él como “Príncipe”, realizando un paralelo con lo que se dice de Él en el Nuevo Testamento. El primer pasaje que vamos a tratar en el libro de Ezequiel es el capítulo 34, en donde se les está hablando a los pastores de Israel.


I. LA PROMESA DEL ADVENIMIENTO DEL BUEN PASTOR

Uno de las mejores maneras de entender lo que significa ser un buen pastor es realizando ejemplos de la manera como se puede ser un pastor malo. Este fue el método de Ezequiel, a quien Dios utilizó para enseñarnos que es ser un mal pastor a partir de las circunstancias vividas en este momento de la historia de Israel con sus pastores malos. Después de denunciar durante todo el capítulo a los malos pastores ahora en el versículo 23 nos dice que el Señor iba a levantar a un pastor “y él las apacentará; a mi siervo David, el las apacentará y les será por pastor”. Aunque no es el propósito de este trabajo demostrar que aquí David se refiere a Jesús, si es necesario aclarar que es así, pues de la descendencia de David, Dios iba a levantar al Mesías, quien sería el único capacitado para ser el Buen Pastor, el único que podría “establecer un pacto de paz” (v. 25).

Algunos comentaristas como Matthew Henry opinan que los pastores a los que se refiere aquí Ezequiel eran los “príncipes y magistrados, sacerdotes y levitas; especialmente los reyes, pues eran dos ahora los cautivos en Babilonia: Sedequías y Joaquín a quienes había que mostrarles sus trasgresiones, a fin de que se arrepintieran”[1]. Otros como Jamieson - Fausset - Brown dicen que “Los pastores no son los profetas o sacerdotes sino los gobernantes que buscaban en el gobierno sus propios fines egoístas, y no el bien del pueblo[2]. Pero teniendo en cuenta que ahora se designaría como pastor verdadero a Jesús y que este iba a desarrollar el oficio de Profeta, Sacerdote y Rey, es entendible que posiblemente se refería a este tipo de personas y no a un grupo solamente, aunque el contexto nos diga lo contrario por la situación política del país, podemos decir que en este caso la exhortación va dirigida tanto a profetas como a sacerdotes y reyes.


II. LA MALDAD DE LOS PASTORES DE ISRAEL.

Pero definitivamente, ¿cuales eran las obras malas de aquellos pastores?
Como primera medida el pasaje nos dice que estos pastores tenían el problema de “apacentarse a si mismos y no a los rebaños” (v. 3). Utilizaban su cargo para satisfacer sus propios deseos egoístas, aunque tenían el nombre de “pastores”, no les interesaba realizar el oficio que correspondía a su labor, solo era una fachada para obtener sus propias ambiciones y propósitos personales, no tenían en cuenta los propósitos de Dios y de Su reino. Lo más terrible del caso es que todas las cosas que obtenían provenían de “las ovejas”, y aunque todo pastor obtiene su provisión de su rebaño y es remunerado por su trabajo, en este caso la remuneración se obtenía sin haber efectuado labor alguna. Las ovejas se habían descuidado, no se había “fortalecido a las débiles, ni curado a la enferma; no se vendó a la perniquebrada, ni se había vuelto al redil a la descarriada ni buscado a la perdida, sino que se habían enseñoreado de ellas con dureza y con violencia” (v. 3). “Las ovejas habían sido descuidadas, andaban errantes por falta de pastor, eran presa de las fieras del campo, se habían dispersado, estaban perdidas por los montes y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas” (v. 5,6). Con todo esto se nota que habían dejado el oficio de pastor que incluía el guardar y proveer para el pueblo[3]. “Esto Corresponde al cuidado de las viudas y los huérfanos de los pobres y los oprimidos”[4], lo cual nos da mas luz cuando esperamos ver al Mesías reflejado en la profecía de Ezequiel, pues ningún otro podría realizar este oficio con verdadera eficacia. De hecho Dios decretó un juicio contra estos malos pastores diciéndoles que serían destituidos de su cargo (v. 10), y que iba a establecer una nueva era de pastoreo en Israel en donde el mismo iba a ser su pastor. Los Israelitas habían sido llevados cautivos a otros pueblos, en este caso a Babilonia, y Dios promete traerlos de regreso a su hogar, los recogería de todos los lugares a los que fueron esparcidos.


III. JESUS COMO PASTOR.

Solo Dios podría realizar el tipo de pastoreo que se ve reflejado en el texto que estamos observando, de hecho Dios declara que el mismo es quien se va a encargar del pastoreo de Israel (v.11). Mas específicamente hablando, Jesucristo es, como ya habíamos aclarado, el pastor y príncipe que restauraría todas las cosas que habían quedado en desorden debido a la negligencia de dichos pastores. Ahora aclararemos todo lo que se observa en el texto mencionado con respecto a la forma en que Dios iba a pastorear a Israel y que similitudes existen entre estas declaraciones y lo relatado acerca de Jesús en el Nuevo Testamento.
Primero que todo es importante aclarar que este periodo de la historia ocurrió en un momento en el que estaba llevándose progresivamente el establecimiento del reino cuyo centro a nivel terrenal era la nación de Israel. Dios quería establecer su reino y aunque la nación había cometido muchos pecados, no impedía esto que se continuara el desarrollo de dicho reino, por lo tanto Dios prometió que de todas las naciones de la tierra de donde habían sido dispersados serían recogidos (v. 12,13). Esta es la primera acción que muestra el tipo de pastoreo que Dios iba a realizar por medio de Cristo, pues era necesario que Israel “fuera recogido literalmente del exilio y la dispersión a escala mundial”[5], debido a que la promesa del establecimiento del reino debía ocurrir en Israel y en el lugar en donde se debía establecer el reino, principalmente en Jerusalén, donde debía morir el Mesías, y de donde se extendería el reino a todas las naciones. A pesar de esto no es imposible pensar que esta recogida del exilio deba ser solo literal como lo afirma Matthew Henry citando a Feinberg sin dar lugar a ninguna espiritualización del texto, y no es espiritualización si se observa desde la óptica de la continuación de la expansión del reino en la era actual, pues Dios continúa recogiendo de todas las naciones personas para ser incluidas en el reino por medio de la predicación del evangelio de Cristo alrededor del mundo aunque no están siendo recluidas a un lugar específico, sino al reino espiritual de todos los creyentes redimidos en Cristo. Dios personalmente esta realizando esto y mas particularmente dice que lo va a hacer de una manera maravillosa, pues los va a traer a buenos pastos (v. 14), ya el Salmo 23 nos habla de esos buenos pastos en los que nos haría descansar el buen pastor. Dicha recogida es símbolo de nuestro descanso espiritual al venir a los pies de Jesucristo, pues Él declaró: “venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar” (Mt. 11:28).
Cristo, a diferencia de estos pastores, no iba a abandonar su rebaño, pues el declaró: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20). Esta promesa nos da seguridad de que la presencia de Dios va a acompañarnos en nuestro peregrinar.
Cristo es el cordero “sin mancha y sin contaminación” (1 P. 1:19). Cristo no poseía la naturaleza pecaminosa de Adán, fue libre de pecado, por lo tanto su pastoreo está desprovisto de toda maldad, pues el pecado de los pastores mencionados en Ezequiel fue la causa su fracaso, Cristo no nos pastorea con motivaciones incorrectas, la base de su pastoreo es el amor, pues Él declaró: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn. 10:11). El amor de Cristo fue demostrado en la cruz del Calvario, nos pastoreó sacrificándose por nosotros en la cruz, fue la manera a través de la cual nos trajo a su redil. Jesús no fue un pastor asalariado, puesto que el asalariado ve venir el peligro del lobo y huye, porque no le importan las ovejas, este fue el comportamiento de los falsos pastores, en medio de los peligros, abandonaron al pueblo, tal vez porque ya no podían sacar ningún provecho del rebaño, pero Cristo nos demostró que éramos importantes para Él al morir por nuestros pecados, incluso, en el milagro de la encarnación se nota su amor al humillarse a ser hombre.
Jesús como pastor tenía un propósito muy definido al venir, y era para “darnos vida, y vida en abundancia” (Jn. 10:10). Jesús realiza un pastoreo lleno de misericordia, y nos restaura de una forma integral en todas las áreas de nuestra vida, su pastoreo nos lleva a una plenitud de vida integralmente, pues no se puede tener vida en abundancia si no se disfruta de la satisfacción de las necesidades básicas, el propósito de Dios no es solamente restaurar nuestra vida moral, espiritual y psicológica, sino también que sean suplidas las necesidades materiales de los necesitados, la restauración de una persona, una vez ha abandonado el pecado, ha restaurado sus relaciones familiares, y personales y ha dado un horizonte a su vida, se verá reflejado también en la satisfacción de sus necesidades primarias, el pastoreo de Cristo hará que todas las condiciones se den para que pueda existir una vida mas equilibrada en las relaciones de comunidad y la distribución de las riquezas, pero es fundamental una conversión genuina. Es necesario decir, sin caer en el fatalismos ni negativismos, que la plenitud del pastoreo de Cristo sobre nosotros, quienes hemos creído en Él, no se dará en su totalidad sino hasta la consumación definitiva del Reino, no queremos decir con esto que Jesús no nos está pastoreando actualmente, ni que no se cumplió la promesa dada en Ezequiel, sino que el reino no ha dejado de continuar en progreso hasta la consumación definitiva en un periodo futuro y eterno, esta realidad no nos deja huérfanos de la realidad del pastoreo de Cristo sobre nosotros, pues confiamos absolutamente en su mano guiadora y protectora, su vara y su callado, aún nos infunden aliento, y lo continuara haciendo por toda la eternidad.
Otra característica del pastoreo de Jesús es que juzgaría entre una oveja y otra (v. 17), Jesús no realizaría un pastorado indiferente a las situaciones que se presentan entre las ovejas, pues en lo comentado en Ezequiel entendemos que habían ovejas que se estaban aprovechando de las otras, habían injusticias sociales, esto representado con la “oveja engordada” y la “oveja flaca” (v.20). Jesús trae un mensaje especial para todos a nivel monetario, y especialmente el mensaje de la misericordia hacia el necesitado, entre el pueblo se estaban devorando unos a otros y los pastores no hacían nada al respecto, en nuestro caso es imposible que esto suceda sin que venga el príncipe de los pastores y realice un juicio, aunque el mensaje de Ezequiel se estaba dando en otro contexto cultural e histórico, continúa vigente en el sentido de que aún se cometen injusticias y esto, dentro del rebaño del Señor, el rico abusando del pobre, sin importar si es cristiano o no, no se pagan salarios justos y no se brinda una ayuda aun cuando se tienen los recursos para hacerlo, todo esto será juzgado por el Señor, es parte del pastoreo que ejerce sobre nosotros.


IV. ANALISIS DEL TÉRMINO PRÍNCIPE.

Antes de hablar de Jesús como príncipe, es necesario realizar un análisis del término en el libro de Ezequiel y en general en la Biblia.
H5387 en Ez. 34:24; 37:25; 44:3; 45:7,16,17,22; 46:2-16.
En todos los pasajes que se observan en el libro de Ezequiel se utiliza el mismo término, “nasí”, el cual significa lo siguiente:
נָשִׂיא nasí; o
נָשִׂא nasí; de 5375; prop. uno exaltado, i.e. un rey o jeque; también neblina que se levanta:-corresponder, jefe, juez, nube, principal, príncipe, rey, vapor.

“El nombre se encuentra 129 veces en hebreo bíblico”. “Los «príncipes» (líderes) de Israel no solamente participaban en el gobierno civil; también se les consideraba pilares de la vida religiosa de Israel, los defensores de un estilo de vida de acuerdo con el pacto.”[6]
Según el diccionario Nelson “se trata de una persona de alto rango o autoridad, colocada en eminencia generalmente por selección divina: rey de una nación (1 R 14.7), cabeza de una tribu (Nm 1.16 VM) o dignatario de un reino (Dn 5.1)”[7]
En general el término se refiere a una persona que ejerce gobierno a nivel político y religioso, por lo tanto se puede aplicar a Cristo en sus oficios de Rey y Sacerdote. El profeta Isaías lo menciona como “Príncipe de paz” (Is. 9:6), hablando del Mesías que habría de venir. En el Nuevo Testamento se aplica el término al Señor Jesucristo en varias ocasiones. (Hch. 5:31; 1Pe. 5:4; Ap. 1:5) También se aplica el término príncipe para hablar de “una persona de mucha influencia entre los judíos; por ejemplo, el "príncipe de la [Ver=] SINAGOGA" (Mc 5.35-38; Lc 8.49; Hch 18.8), o el que dirigía el culto y designaba el lector o predicador (Lc 13.14; Hch 13.5). Aunque no siempre es fácil precisar el papel de un "príncipe" (por ejemplo, Lc 18.18), a veces se refiere a un miembro del [Ver=] SANEDRÍN (Jn 3.1). Los "príncipes [Ver=] SACERDOTES" del siglo I d.C. ejercían gran poder religioso y político.”[8]


V. JESUS COMO EL PRÍNCIPE DE LA JUSTICIA.

Después de realizar el análisis del término, podemos decir que Jesús es el príncipe prometido, y que desarrollaría su gobierno de una forma muy particular, especialmente, Ezequiel afirma al igual que Isaías, que su gobierno tendría como base un “pacto de paz” (v. 34:25). Jesucristo afirmaría su reino sobre la paz, y lo expreso de la siguiente manera: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. (Jn 14:27). Aquí la paz es ilimitada, pues no se restringe a la paz que da Cristo en la vida interior, a la paz espiritual solamente, sino a la paz que debe darse en la vida comunitaria, aunque no puede negarse que la paz espiritual interior generará de una u otra manera una repercusión en la vida en comunidad, pero la paz de Cristo va mucho mas allá de un sentimiento meramente místico (sin querer negar que exista este tipo de experiencia a nivel espiritual), pues las enseñanzas de Cristo al ser aplicadas por los creyentes produce paz a partir de los cambios radicales en la manera de pensar de los creyentes, al existir la equidad y la justicia se producirán cambios trascendentales, que vendrán también desde la vida en sociedad hasta el individuo en particular, todo esto, como resultado del gobierno del Señor sobre su iglesia.

En el capítulo 45:7 se habla del príncipe en el santuario, pero los versículos siguientes nos vuelven a tocar el tema de de la equidad y la justicia social, una vez el príncipe verdadero ocupe su lugar en el santuario, afirma lo siguiente: “nunca mas mis príncipes oprimirán a mi pueblo”, además en el verso 9 y 10 les amonesta diciendo: “¡Basta ya, oh príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia; quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor. Balanzas justas, efa justo, y bato justo tendréis”. Todo este latrocinio solo terminaría con el reinado justo del Mesías, solo con el establecimiento del reino de Cristo, se puede combatir el pecado, con la aplicación de la palabra de Dios y por la iluminación del Espíritu Santo.


VI. JESÚS, UN PRÍNCIPE QUE UNIFICA A SU PUEBLO.

Este pacto de paz realizado por el príncipe, muestra el deseo del corazón de Dios de acabar con toda división que existe en su pueblo, pues cuando menciona la palabra “príncipe” en Ez. 37:25, nos habla de la restauración de las relaciones entre Judá e Israel. Dios siempre ha querido ser Dios de un solo pueblo, no de un pueblo dividido, casi siempre por deseos egoístas. Esto no se ve reflejado solamente en la historia de Israel, sino también en el desarrollo del reino y su establecimiento en e Nuevo Testamento, pues así como Dios habló con respecto a la unificación de Israel, nos habla también de la unificación de los judíos y los gentiles a través del sacrificio de Cristo en la cruz. “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”. (Ef. 2:14-16). Aquí nos está hablando el apóstol Pablo acerca de la unidad entre judíos y gentiles.


VII. JESUS, UN PRINICPE QUE DESARROLLÓ SU OFICIO COMO SACERDOTE.

En Ez. 45:16 se esta hablando de las ofrendas que debía presentar el pueblo para el príncipe, las cuales estaban representadas en aceite y una cordera para ser expiados de sus pecados, era la forma antigua de representar el sacrificio que se debía presentar por los pecados, el príncipe era el encargado de recibir todas las ofrendas, Él dispondría de la expiación, la ofrenda, el holocausto, y las ofrendas de paz, para hacer expiación por la casa de Israel. Estas sombras nos muestran el futuro establecimiento del Reino por medio del sacrificio de Cristo, pues Él es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Jn. 1:29), he hizo un sacrificio perfecto para liberarnos definitivamente de la maldición del pecado. La carta a los Hebreos lo expresa muy claramente: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb 9:11-12).






VIII. CONCLUSION.

Las características del príncipe descrito en el libro de Ezequiel, nos dan a entender que Cristo es ese príncipe anunciado que establecería ese reino de paz y de justicia, pero las características de ese reinado no pueden ser iguales a la idea que tiene el mundo acerca de la manera correcta de gobernar, pues Jesús no es el príncipe de este mundo, ni su reino es de este mundo, su manera de gobernar esta desprovista de toda clase de orgullo y egoísmo, sus propósitos no son terrenales definitivamente y su método para hacerlo es definitivamente eficaz.
Lo más importante es que a nosotros nos compete el aprender a gobernar como lo hace Jesús, tanto en nuestras relaciones interpersonales, como familiares y a nivel comunitario, y que diremos a nivel político, quiera Dios que en medio de tantas tinieblas Dios levante gobernadores que en humildad deseen aprender a los pies de Jesucristo.
El gobierno sacerdotal y pastoral de Cristo es digno de imitar por todos aquellos que deseamos servir en el ministerio pastoral. Que Dios nos libre de enseñorearnos de la grey, y que podamos desarrollar nuestros ministerios con ánimo voluntario y no por ganancia deshonesta por el bienestar de nuestras iglesias y por el rebaño que nuestro Señor compró con su muerte y con su preciosa sangre.
[1] Henry Matthew. Comentario Bíblico. Terraza Barcelona. Clie. p. 934.
[2] e-sword. Comentario Jamieson-Fausset- Brown. Ezequiel Cap. 34.
[3] Ibid.
[4] Henry Matthew. Comentario Bíblico. Pg. 934
[5] Ibid. Pg. 934.
[6] e-sword. Vine Esp. Príncipe.
[7] e-sword. Diccionario Nelson . Príncipe.
[8] Ibid.

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